Teatro Abierto

por  Jeronimo de la Piedra y Morena Garmendia

En este trabajo vamos a hablar sobre el “Teatro Abierto”, un movimiento teatral surgido en Argentina en la década de la dictadura militar, con el objetivo de resistir y denunciar la censura y la represión a través de obras teatrales presentadas en espacios no convencionales.

Este teatro era opuesto al teatro pre moderno. Era un teatro mayormente realista, ya que crean un escenario idéntico al de la vida real, mimético, porque imitaba apariencias, y didáctico porque el escenario no era solo una base en la cual actuaban, sino, lo usaban como una herramienta modificable. Como se ve en la figura 1, el teatro abierto mostraba al teatro como un camino para acceder al conocimiento. El drama que manejaba este, era un drama psicológico debido al contexto social y tenebroso que se manejaba en la época de la dictadura, por ej: “La historia oficial”, “El acompañamiento” y “El viejo criado”.

El público era mayormente clase media o baja. Casi todos sus textos entraban en polémica, ya que eran antagónicos a la dictadura y algunos de los conformantes del teatro abierto fueron: Gámbaro, Cossa, Holol, Monti, Viale y Santa Cruz.

El 21 de septiembre de 1981, fue un día importante en la comunidad del teatro abierto, ya que se concluía el último capítulo de un ciclo debido a la dictadura militar, aunque veían asegurada una continuación. Entre 1975 y 1981 se estrenaron alrededor de 155 obras teatrales.

Se quería organizar una manifestación para la vitalidad y la vigencia del teatro argentino.

Para esto contrataron varias personas que cumplían diferentes roles para poner en escena obras de 30 minutos. Hicieron esto ya que querían demostrar la resistencia y la vitalidad del teatro para recuperar un público masivo y poder ejercer el derecho de opinión, porque era el único homenaje que podían hacerle al país y porque se sentían felices de estar juntos. Un testimonio sería el de Carlos Somigliane: “porque amamos dolorosamente a nuestro país y este es nuestro único homenaje que podemos hacerle”.

 En 1976, el golpe significó una interrupción en el teatro abierto, pero en la fase de intercambio de procedimientos se produjo la recuperación del Sainete y del Grotesco Criollo. Muchos autores del teatro abierto debieron escribir con nombres no verdaderos. Además, el teatro argentino estableció en el interior una línea continuidad en el país.

El 6 de agosto de 1981, el teatro sufrió un incendio, lo que llevó a que 120 pintores donaran sus cuadros para recaudar fondos, y 25.000 personas se repartieron 180 obras para repetir el teatro abierto.

A base del incendio, Cossa dijo esto: “no hay un mal que por bien no venga”. Dándonos a entender que un incendio no iba a impedir que el teatro siguiera. Pasados los años, en 1983, la cultura vence a la represión y las obras de esta época tenían que tener como los últimos 7 años vividos en el país.

En 1984, surge una pausa en el teatro abierto lo que hace que en 1985 se forme en el teatro picadero una jornada de 48 horas en la que los artistas salían a la calle a expresarse. En esta convocatoria participó toda Latinoamérica, pero no tuvo el impacto pensado. 

En 1986 se considera el fin del teatro abierto, el cual no fue solo una reunión simple y fácil de autores, sino que fue una verdadera agrupación de creadores con un objetivo concreto.

Muchos de los organizadores del teatro reflexionaron sobre el futuro de este. Para Monti, la permanencia del teatro abierto iba a depender de la vigencia de un sano eclecticismo estático, que es la combinación de estilos artísticos libres, pero por motivos sociales, el teatro no podía permanecer,

En conclusión, el teatro abierto fue un movimiento teatral valiente, surgido en tiempos oscuros. A través de sus obras dejaron mantener viva la llama de la libertad y el arte dejando un legado en la historia del teatro argentino.